Calzas zapatos de piedra,
llevas un gorro de escarcha,
te abriga un viento de invierno,
la lluvia llora en tu marcha.
Entre el amor y tu pecho
no puede haber más distancia,
niño solo al que cambiaron
por sombras la madrugada.
¿En qué noche maldiciente
te armarán la cara amarga?
¿Quién fue el que abrazó a tu madre
para echarte a andar el alma?
Correr y correr las calles
bajo el verano que abrasa.
El agua es para los otros,
también de otros la esperanza.
Ay, hijo de corazón
hecho para las nevadas:
cómo quisiera llenarte
de frutos la mesa larga,
ponerte el trigo en la boca,
darte la leche y la manta
y echar mi brazo en tus hombros
para dar calor a tu alma.
Pero igual que tú yo llevo
la vida crucificada:
cojo mi pan en la calle
y es de piedra mi frazada.
Por la tierra ajena vamos
como el viento y como el agua,
somos hijos de esas sendas
que nunca llegan al alba.
llevas un gorro de escarcha,
te abriga un viento de invierno,
la lluvia llora en tu marcha.
Entre el amor y tu pecho
no puede haber más distancia,
niño solo al que cambiaron
por sombras la madrugada.
¿En qué noche maldiciente
te armarán la cara amarga?
¿Quién fue el que abrazó a tu madre
para echarte a andar el alma?
Correr y correr las calles
bajo el verano que abrasa.
El agua es para los otros,
también de otros la esperanza.
Ay, hijo de corazón
hecho para las nevadas:
cómo quisiera llenarte
de frutos la mesa larga,
ponerte el trigo en la boca,
darte la leche y la manta
y echar mi brazo en tus hombros
para dar calor a tu alma.
Pero igual que tú yo llevo
la vida crucificada:
cojo mi pan en la calle
y es de piedra mi frazada.
Por la tierra ajena vamos
como el viento y como el agua,
somos hijos de esas sendas
que nunca llegan al alba.
envoyé par Maria Cristina Costantini - 23/5/2013 - 15:22
×
Album: "Entre mar y cordillera" 1966
Testo trovato su Cancioneros