Yo le miré los ojos al Joaquín
y de puro buenos me decían:
-El no comer no mata,
mata el odio y la envidia.
El hombre ya se sabe que está aquí
condenado desde el nacimiento
y el hambre no le importa,
la engaña con un sueño.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín, en medio del silencio.
Amaneció en la luz serena y cruel
desde la noche mirando estrellas
y las manos vacías
vueltas hacia la tierra.
Yo le miré los ojos al Joaquín,
tan tristemente empañados y quietos:
-Morir es poca cosa,
dice Joaquín ya muerto.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín, en medio del silencio.
y de puro buenos me decían:
-El no comer no mata,
mata el odio y la envidia.
El hombre ya se sabe que está aquí
condenado desde el nacimiento
y el hambre no le importa,
la engaña con un sueño.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín, en medio del silencio.
Amaneció en la luz serena y cruel
desde la noche mirando estrellas
y las manos vacías
vueltas hacia la tierra.
Yo le miré los ojos al Joaquín,
tan tristemente empañados y quietos:
-Morir es poca cosa,
dice Joaquín ya muerto.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín, en medio del silencio.
Contributed by Bernart - 2013/5/2 - 15:09
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Parole e musica di Rubén Lena (1925-1995), scrittore, compositore e docente uruguayo. Col poeta e “payador” Víctor Lima (1921-1969) e Los Olimareños è sicuramente una delle figure più importanti della musica popolare uruguaya.
Nell’album “Nuestra razón” del 1969
Testo trovato sul sito dell’autore Rubén Lena
“Era en febrero del 68 y yo había tomado el ómnibus en Lagomar para el centro, tan temprano que el rocío brillaba en el césped cuidado de los patios.
Compré el diario y al pasar de las hojas leí una noticia redactada en pocas líneas donde se informaba que en una calle del balneario había aparecido el cuerpo de una persona, con ropas muy pobres, cuya identidad no se establecía y que había muerto de frío. Nada más. Doblé el diario y en mi libreta de apuntes escribí: Pobre Joaquín, sintiendo una angustia desconocida por aquel hombre sin nombre.
La masa de palabras y melodía, informe todavía, sonaba dolorosamente dentro de mí, como un lamento.” (Rubén Lena