Maya el sueño.
Quiché la lengua.
Chiapas la esperanza.
México la historia.
Guatemala el pueblo.
Marcos el poeta.
El tejido los colores.
Negros los ojos.
La prisión un desenlace.
Morir una consecuencia.
El zapatismo la alternativa.
Tierra y libertad.
Magón la memoria.
Su disparo no paró.
La necesidad una costumbre.
Sufrir otra.
Los hijos de la tierra no quieren invasores.
Insurgencia la respuesta.
Los rebeldes herederos de la raza Olmeca.
La infinita resistencia es vivir.
Los poderosos un engaño.
Su armazón una debilidad.
La lucha un alivio.
Los hijos de la tierra no quieren invasores.
Los hijos de la tierra no quieren invasores.
Quiché la lengua.
Chiapas la esperanza.
México la historia.
Guatemala el pueblo.
Marcos el poeta.
El tejido los colores.
Negros los ojos.
La prisión un desenlace.
Morir una consecuencia.
El zapatismo la alternativa.
Tierra y libertad.
Magón la memoria.
Su disparo no paró.
La necesidad una costumbre.
Sufrir otra.
Los hijos de la tierra no quieren invasores.
Insurgencia la respuesta.
Los rebeldes herederos de la raza Olmeca.
La infinita resistencia es vivir.
Los poderosos un engaño.
Su armazón una debilidad.
La lucha un alivio.
Los hijos de la tierra no quieren invasores.
Los hijos de la tierra no quieren invasores.
envoyé par adriana - 13/4/2013 - 15:27
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Album: Peatones Insurgentes
''Los hijos de la tierra" (poema de Urubu, militante anarquista asesinado por la policía en 1996)
El 6 de junio de 1996, Sergio “Urubú” Terensi cae herido de bala combatiendo a la policía federal, que lo deja tirado en la calle para que se desangre sin atención médica. La actitud de Sergio permite que los compañeros que se encontraban con él en una acción directa, orgánica y planificada, rodeados por la policía, pudieran retirarse del lugar sin daño y sin ser apresados. Su última acción fue parte de un compromiso cotidiano, acorde y coherente con su vida y pensamiento.
Sergio fue y es nuestro compañero. Lo reivindicamos y tomamos como ejemplo de militancia y resistencia contra el fascismo enquistado en nuestra sociedad. El testimonio de Sergio nos alienta a continuar su lucha contra la jerarquía y la autoridad. Su combate por un mundo sin dios y sin fronteras, por un mundo sin explotación y sin opresión nos esclarece para no comprarnos espejitos de colores de gobiernos ni estados (aunque progresistas y maquillados como el actual), nos anima a no esperar (tener expectativa, dicen ahora) y a no esperanzarnos en nada, ni nadie que sea instrumento del capitalismo.
Su recuerdo nos compromete a no dar tregua al sistema de hambre y muerte.