El territorio del cóndor es duro, árido, seco,
casi estéril, sin hierbas, entre piedras, bajo el sol ;
entre espinas y arenales.
Y el cóndor tuvo que aprender a sobrevivir .
Arrancó piedras, aguzó la vista, supo diferenciar
los vientos y escuchar las aguas.
Vio alimentarse al puma y matar al chacal.
Quiso engendrar y lo hizo,
quiso alzarse y pudo hacerlo.
Pero los buitres y las águilas, viejos y grandes,
tuvieron miedo de él.
Vieron que era joven y fuerte y le envidiaron.
Y aprovecharon que estaba solo.
Cayeron todos sobre él y no lo mataron, no .
Le cortaron las alas, le sacaron los ojos y bebieron
su sangre para tener su fuerza, su olfato, su vista.
Pero el cóndor gritó, y su grito no se detuvo,
se prolongó por los aires y por la tierra.
Lo pasaron los vientos, lo pasaron las nubes
y las noches y los días.
Su grito le hacia estar vivo; y su sangre al caer
fue formando nuevos gritos en las plantas,
en las piedras, en los espinos, en cada grano de arena,
en cada gota de agua. Y miles de gritos se aunaron
en el tiempo. Cada flor era un grito,
cada piedra el grito, cada rama el grito,
cada movimiento el grito.
Y fue tanta su fuerza y tanto su poder,
que los buitres y las águilas huyeron,
con sus oídos sangrantes,
destrozándose en su locura los unos a los otros
sin descanso, sin reposo.
casi estéril, sin hierbas, entre piedras, bajo el sol ;
entre espinas y arenales.
Y el cóndor tuvo que aprender a sobrevivir .
Arrancó piedras, aguzó la vista, supo diferenciar
los vientos y escuchar las aguas.
Vio alimentarse al puma y matar al chacal.
Quiso engendrar y lo hizo,
quiso alzarse y pudo hacerlo.
Pero los buitres y las águilas, viejos y grandes,
tuvieron miedo de él.
Vieron que era joven y fuerte y le envidiaron.
Y aprovecharon que estaba solo.
Cayeron todos sobre él y no lo mataron, no .
Le cortaron las alas, le sacaron los ojos y bebieron
su sangre para tener su fuerza, su olfato, su vista.
Pero el cóndor gritó, y su grito no se detuvo,
se prolongó por los aires y por la tierra.
Lo pasaron los vientos, lo pasaron las nubes
y las noches y los días.
Su grito le hacia estar vivo; y su sangre al caer
fue formando nuevos gritos en las plantas,
en las piedras, en los espinos, en cada grano de arena,
en cada gota de agua. Y miles de gritos se aunaron
en el tiempo. Cada flor era un grito,
cada piedra el grito, cada rama el grito,
cada movimiento el grito.
Y fue tanta su fuerza y tanto su poder,
que los buitres y las águilas huyeron,
con sus oídos sangrantes,
destrozándose en su locura los unos a los otros
sin descanso, sin reposo.
Contributed by Alessandro - 2009/11/16 - 15:54
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Album "Cándido", composto da brani scritti con il drammaturgo spagnolo José Carlos Plaza.
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