(A José Gervasio Artigas)
Ya se retira vencido,
ya se nubla su horizonte,
ya busca amparo en el monte
lo mismo que puma herido.
Tenazmente perseguido
va el ejército oriental,
impasible general,
general ensimismado,
conduce lo que ha salvado
de la codicia imperial.
Desde los cuatro confines
relinchan ciegos caballos,
giran en rondas de gallos
desconsolados clarines,
melenas, ponchos y crines
llamean al viento ardiente,
cae el sol, y de repente
se desprende una guerrilla
que va a mellar la cuchilla
por donde sangra el poniente.
Coronan la cerrillada
los últimos cimarrones
y rayan los redomones
sobre la cumbre incendiada;
repentina clarinada
cruza el aire como un tajo,
y al ver en el plan de un bajo
gente enemiga que espera,
la tierra se vuelca entera
como arrancada de cuajo.
Fueron vanguardia bravía
y hoy cubren la retirada…
son los de cruza atigrada,
la flor de la gauchería.
Los honra la bizarría
de pelear por un vencido
al que acusan de bandido
por pretender, denodado,
que el criollo más desgraciado
fuera el más favorecido.
Ya se retira vencido,
ya se nubla su horizonte,
ya busca amparo en el monte
lo mismo que puma herido.
Tenazmente perseguido
va el ejército oriental,
impasible general,
general ensimismado,
conduce lo que ha salvado
de la codicia imperial.
Desde los cuatro confines
relinchan ciegos caballos,
giran en rondas de gallos
desconsolados clarines,
melenas, ponchos y crines
llamean al viento ardiente,
cae el sol, y de repente
se desprende una guerrilla
que va a mellar la cuchilla
por donde sangra el poniente.
Coronan la cerrillada
los últimos cimarrones
y rayan los redomones
sobre la cumbre incendiada;
repentina clarinada
cruza el aire como un tajo,
y al ver en el plan de un bajo
gente enemiga que espera,
la tierra se vuelca entera
como arrancada de cuajo.
Fueron vanguardia bravía
y hoy cubren la retirada…
son los de cruza atigrada,
la flor de la gauchería.
Los honra la bizarría
de pelear por un vencido
al que acusan de bandido
por pretender, denodado,
que el criollo más desgraciado
fuera el más favorecido.
inviata da Bartleby - 16/2/2012 - 14:25
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Album “Cimarrones”
Con Cielo de los Tupamaros, un’altra canzone del grande poeta, scrittore, compositore, cantante e liutaio uruguayano Osiris Rodríguez Castillos dedicata sì alla lotta d’indipendenza (si veda la dedica ad Artigas, padre della patria), ma in realtà piena di un tal contenuto libertario da risultare anch’essa invisa al regime dittatoriale che proprio nel 1973 si era insediato in Uruguay: “… Li onora la bizzarria / di combattere per un vinto / che accusano di essere un bandito / perché vuole, coraggioso / che il criollo più derelitto / si affranchi dalla povertà…”
Rodríguez Castillos fu quasi ridotto al silenzio, resistette per qualche anno e poi si auto-esiliò in Spagna.
Cimarrones erano gli schiavi ribelli e fuggiaschi in Colombia, Cuba, Panamá e Perù, ma qui credo s’intendano per paragone i criollos della Banda Oriental, i combattenti per l’indipendenza e, comunque, chi lotta per la propria e l’altrui libertà.