- Si no fueran ciegos
nos verían esta luz que habita en nuestro pecho.
- Hijo, abrígate bien. Y ponte la bufanda.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.
- Llegará el tiempo
de los hombres desnudos,
madre,
y ¡ay de los que entonces
no tengan nuestra luz dentro del pecho!
Ay de los oscuros.
Se morirán podridos de su noche.
- Pero mientras llega el verano,
cuando salgas,
tú abrígate bien el pecho, hijo mío.
nos verían esta luz que habita en nuestro pecho.
- Hijo, abrígate bien. Y ponte la bufanda.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.
- Llegará el tiempo
de los hombres desnudos,
madre,
y ¡ay de los que entonces
no tengan nuestra luz dentro del pecho!
Ay de los oscuros.
Se morirán podridos de su noche.
- Pero mientras llega el verano,
cuando salgas,
tú abrígate bien el pecho, hijo mío.
inviata da Alessandro - 26/10/2009 - 13:15
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Album "Nacimos para ser libres"
Testo di Jesús López Pacheco
Musica di Luís Pastor
La verdad es que durante los años de la transición el rebrote reaccionario y de violencia recordó a los más viejos del país otra fecha, 40 años atrás, cuando los comunistas y anarquistas se batían a tiros con los falangistas en Barcelona. Realmente, desde 1975/ 76 hasta más o menos el intento del golpe de estado, los asesinatos se producían casi a diario: ETA y GRAPO, y en menor medida el FRAP y Terra Lliure, mataban a militares y policías: ciertamente muchos eran altos mandos cuyas manos estaban muy manchadas de sangre, pero otras veces eran muchachos que habían salido de su pueblo a buscar un trabajo. Por su parte, los escuadrones de ultra-derecha asesinaban a miembros de dichas bandas, pero también a sindicalistas, estudiantes, obreros; reventaban actos, manifestaciones y recitales, a veces con su presencia, otras con amenazas de bomba, y la mayor parte de las veces consentidos por la policía y la guardia civil. Sus líderes, civiles y militares, y algún político trasnochado borracho de nostalgia de la peor, como era Arias Navarro, advertían del peligro del Partido Comunista y sus - según ellos - intenciones. Por otro lado, ni siquiera la constitución del 78 garantizó la plena libertad, pues en muchas comisarias y muchos cuarteles se seguía practicando el abyecto arte de la tortura. La policía, todavía en manos de cargos filo-franquistas, tuvo una tremenda responsabilidad: fueron los responsables del asesinato de los tres obreros de Vitoria, y de Germán durante los San Fermines de 1978. El asesinato de los abogados de Atocha, de varios estudiantes y de los sucesos de Montejurra a manos de los ultras indicaban que todavía quedaban elementos que se resistían al cambio. No eran buenos tiempos... Y así lo simbolizaba esta estupenda canción sobre un poema de Jesús López Pacheco, de Luís Pastor de aquellos días, en la conversación de una madre y de su hijo:
dal blog di Gustavo Sierra Fernández