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Cantata Santa María de Iquique

Quilapayún
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OriginalVersion française - CANTATE SAINTE MARIE DE IQUIQUE – Marco Va...
CANTATA SANTA MARÍA DE IQUIQUE

1. Pregón

Señoras y Señores
venimos a contar
aquello que la historia
no quiere recordar.
Pasó en el Norte Grande,
fue Iquique la ciudad.
Mil novecientos siete
marcó fatalidad.
Allí al pampino pobre
mataron por matar.

Seremos los hablantes
diremos la verdad.
Verdad que es muerte amarga
de obreros del Salar.
Recuerden nuestra historia
de duelo sin perdón.
Por más que el tiempo pase
no hay nunca que olvidar.
Ahora les pedimos
que pongan atención.

2. Relato I

Si contemplan la pampa y sus rincones
verán las sequedades del silencio,
el suelo sin milagro y oficinas vacías,
como el último desierto.

Y si observan la pampa y la imaginan
en tiempos de la Industria del Salitre
verán a la mujer y al fogón mustio,
al obrero sin cara, al niño triste.

También verán la choza mortecina,
la vela que alumbraba su carencia,
algunas calaminas por paredes
y por lecho, los sacos y la tierra.

También verán castigos humillantes,
un cepo en que fijaban al obrero
por días y por días contra el sol;
no importa si al final se iba muriendo.

La culpa del obrero, muchas veces,
era el dolor altivo que mostraba.
Rebelión impotente, ¡una insolencia!
La ley del patrón rico es ley sagrada.

También verán el pago que les daban.
Dinero no veían, sólo fichas;
una por cada día trabajado,
y aquélla era cambiada por comida.

¡Cuidado con comprar en otras partes!
De ninguna manera se podía
aunque las cosas fuesen más baratas.
Lo había prohibido la Oficina.

El poder comprador de aquella ficha
había ido bajando con el tiempo
pero el mismo jornal seguían pagando.
Ni por nada del mundo un aumento.

Si contemplan la pampa y sus rincones
verán las sequedades del silencio.
Y si observan la pampa cómo fuera
sentirán, destrozados, los lamentos.

3. Canción I

El sol en desierto grande
y la sal que nos quemaba.
El frío en las soledades,
camanchaca y noche larga.
El hambre de piedra seca
y quejidos que escuchaba.
e i gemiti che ascoltava.
La vida de muerte lenta
y la lágrima soltada.

Las casas desposeídas
y el obrero que esperaba
al sueño que era el olvido
sólo espina postergada.
El viento en la pampa inmensa
nunca más se terminara.
Dureza de sequedades
para siempre se quedara.

Salitre, lluvia bendita,
se volvía la malvada.
La pampa, pan de los días,
cementerio y tierra amarga.
Seguía pasando el tiempo
y seguía historia mala,
dureza de sequedades
para siempre se quedara.

4. Relato II

Se había acumulado mucho daño,
mucha pobreza, muchas injusticias;
ya no podían más y las palabras
tuvieron que pedir lo que debían.

A fines de mil novecientos siete
se gestaba la huelga en San Lorenzo
y al mismo tiempo todos escuchaban
un grito que volaba en el desierto.

De una a otra Oficina, como ráfagas,
se oían las protestas del obrero.
De una a otra Oficina, los Señores,
el rostro indiferente o el desprecio.

Qué les puede importar la rebeldía
de los desposeídos, de los parias.
Ya pronto volverán arrepentidos,
el hambre los traerá, cabeza gacha.

¿Qué hacer entonces, qué, si nadie escucha?
Hermano con hermano preguntaban.
Es justo lo pedido y es tan poco
¿tendremos que perder las esperanzas?

Así, con el amor y el sufrimiento
se fueron aunando voluntades,
en un solo lugar comprenderían,
había que bajar al puerto grande.

5. Canción II: Vamos, mujer

Vamos mujer,
partamos a la ciudad.
Todo será distinto,
no hay que dudar.
No hay que dudar,
confía, ya vas a ver,
porque en Iquique
todos van a entender.

Toma mujer mi manta,
te abrigará.
Ponte al niñito en brazos,
no llorará.
No llorará, confía,
va a sonreír.
Le cantarás un canto,
se va a dormir.

¿Qué es lo que pasa?,
dime, no calles más.
Largo camino tienes
que recorrer
atravesando cerros,
vamos mujer.
Vamos mujer, confía,
que hay que llegar
en la ciudad
podremos ver todo el mar.

Dicen que Iquique es grande
como un Salar,
que hay muchas casas lindas,
te gustarán.
Te gustarán, confía,
como que hay Dios,
allá en el puerto todo
va a ser mejor.

¿Qué es lo que pasa?,
dime, no calles más.
Vamos mujer,
partamos a la ciudad.
Todo será distinto,
no hay que dudar.
No hay que dudar, confía,
ya vas a ver,
porque en Iquique
todos van a entender.

6. Relato III

Del quince al veintiuno,
mes de diciembre,
se hizo el largo viaje
por las pendientes.
Veintiséis mil bajaron
o tal vez más
con silencios gastados
en el Salar.
nelle miniere di salnitro.
Iban bajando ansiosos,
iban llegando
los miles de la pampa,
los postergados.
No mendigaban nada,
sólo querían
respuesta a lo pedido,
respuesta limpia.

Algunos en Iquique
los comprendieron
y se unieron a ellos,
eran los Gremios.
Y solidarizaron
los carpinteros,
los de la Maestranza,
los carreteros,
los pintores y sastres,
los jornaleros,
lancheros y albañiles,
los panaderos,
gasfiteros y abastos,
los cargadores.
Gremios de apoyo justo,
de gente pobre.

Los Señores de Iquique
tenían miedo;
era mucho pedir
ver tanto obrero.
El pampino no era
hombre cabal,
podía ser ladrón
o asesinar.
Mientras tanto las casas
eran cerradas,
miraban solamente
tras las ventanas.
El Comercio cerró
también sus puertas,
había que cuidarse
de tanta bestia.
Mejor que los juntaran
en algún sitio,
si andaban por las calles
era un peligro.

7. Interludio cantado

Se han unido con nosotros
compañeros de esperanza
y los otros, los más ricos,
no nos quieren dar la cara.

Hasta Iquique nos hemos venido
pero Iquique nos ve como extraños.
Nos comprenden algunos amigos
y los otros nos quitan la mano.

8. Relato IV

El sitio al que los llevaban
era una escuela vacía
y la escuela se llamaba
Santa María.

Dejaron a los obreros,
los dejaron con sonrisas.
Que esperaran les dijeron
sólo unos días.

Los hombres se confiaron,
no les faltaba paciencia
ya que habían esperado
la vida entera.

Siete días esperaron,
pero qué infierno se vuelven
cuando el pan se está jugando
con la muerte.

Obrero siempre es peligro.
Precaverse es necesario.
Así el Estado de Sitio
fue declarado.
fu dichiarato.

El aire trajo un anuncio,
se oía tambor ausente.
Era el día veintiuno
de diciembre.

9. Canción III

Soy obrero pampino y soy
tan reviejo como el que más
y comienza a cantar mi voz
con temores de algo fatal.

Lo que siento en esta ocasión,
lo tendré que comunicar,
algo triste va a suceder,
algo horrible nos pasará.

El desierto me ha sido infiel,
sólo tierra cascada y sal,
piedra amarga de mi dolor,
roca triste de sequedad.

Ya no siento más que mudez
y agonías de soledad
sólo ruinas de ingratitud
y recuerdos que hacen llorar.

Que en la vida no hay que temer
lo he aprendido ya con la edad,
pero adentro siento un clamor
y que ahora me hace temblar.

Es la muerte que surgirá
galopando en la oscuridad.
Por el mar aparecerá,
ya soy viejo y sé que vendrá.

10. Relato V

Nadie diga palabra
que llegará
un noble militar,
un General.
Él sabrá cómo hablarles,
con el cuidado
que trata el caballero
a sus lacayos.
coi suoi lacche'.
El General ya llega
con mucho boato
y muy bien precavido
con sus soldados.
Las ametralladoras
están dispuestas
y estratégicamente
rodean la escuela.

Desde un balcón les habla
con dignidad.
Esto es lo que les dice
el General
"Que no sirve de nada
tanta comedia.
Que dejen de inventar
tanta miseria.
Que no entienden deberes
son ignorantes.
Que perturban el orden,
que son maleantes.
Que están contra el país,
que son traidores.
Que roban a la patria,
que son ladrones.
Que han violado a mujeres,
que son indignos.
Que han matado a soldados,
son asesinos.
Que es mejor que se vayan
sin protestar
Que aunque pidan y pidan
nada obtendrán.
Vayan saliendo entonces
de ese lugar,
que si no acatan órdenes
lo sentirán".

Desde la escuela, "El Rucio",
obrero ardiente,
responde sin vacilar
con voz valiente,
"Usted, señor General
no nos entiende.
Seguiremos esperando,
así nos cueste.
Ya no somos animales,
ya no rebaños,
levantaremos la mano,
el puño en alto.
Vamos a dar nuevas fuerzas
con nuestro ejemplo
Y el futuro lo sabrá,
se lo prometo.
Y si quiere amenazar
aquí estoy yo.
Dispárele a este obrero
al corazón".

El General que lo escucha
no ha vacilado,
con rabia y gesto altanero
le ha disparado,
y el primer disparo es orden
para matanza
y así comienza el infierno
con las descargas.

11. Canción litanía

Murieron tres mil seiscientos,
uno tras otro.
Tres mil seiscientos
mataron uno tras otro.

La escuela Santa María
vio sangre obrera.
La sangre que conocía
sólo miseria.

Serían tres mil seiscientos
ensordecidos.
Y fueron tres mil seiscientos
enmudecidos.

La escuela Santa María
fue el exterminio
de vida que se moría,
sólo alarido.

Tres mil seiscientas miradas
que se apagaron.
Tres mil seiscientos obreros
asesinados.

12. Canción IV

Un niño juega en la escuela
Santa María.
Si juega a buscar tesoros
¿qué encontraría?

A los hombres de la pampa
que quisieron protestar
los mataron como perros
porque había que matar.

No hay que ser pobre, amigo,
es peligroso.
No hay ni que hablar, amigo,
es peligroso.

Las mujeres de la Pampa
se pusieron a llorar
y también las matarían
porque había que matar.

No hay que ser pobre, amiga,
es peligroso.
No hay que llorar, amiga,
es peligroso.

Y a los niños de la Pampa
que miraban, nada más,
también a ellos los mataron
porque había que matar.

No hay que ser pobre, hijito,
es peligroso.
No hay que nacer, hijito,
es peligroso.

¿Dónde están los asesinos
que mataron por matar?
Lo juramos por la tierra,
los tendremos que encontrar.

Lo juramos por la vida,
lo tendremos que encontrar.
Lo juramos por la muerte,
los tendremos que encontrar.

Lo juramos compañeros,
ese día llegará.

13. Canción pregón

Señoras y señores,
aquí termina
las historia de la escuela
Santa María.
Y ahora con respeto
les pediría
que escuchen la canción
de despedida.

14. Canción final

Ustedes que ya escucharon
la historia que se contó
no sigan allí sentados
pensando que ya pasó.
No basta sólo el recuerdo,
el canto no bastará.
No basta sólo el lamento,
miremos la realidad.

Quizás mañana o pasado
o bien, en un tiempo más,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederá.
Es Chile un país tan largo,
mil cosas pueden pasar
si es que no nos preparamos
resueltos para luchar.
Tenemos razones puras,
tenemos por qué pelear.
Tenemos las manos duras,
tenemos con qué ganar.

Unámonos como hermanos
que nadie nos vencerá.
Si quieren esclavizarnos,
jamás lo podrán lograr.
La tierra será de todos
también será nuestro el mar.
Justicia habrá para todos
y habrá también libertad.
Luchemos por los derechos
que todos deben tener.
Luchemos por lo que es nuestro,
de nadie más ha de ser.
CANTATE SAINTE MARIE DE IQUIQUE

1. Votre attention...

Mesdames, messieurs,
Nous allons vous conter
Ce que l'histoire
Ne veut pas se rappeler.
Cela se passe dans le Grand Nord
Dans la ville d'Iquique.
En mil neuf cent et sept
Frappa la fatalité.
Là, le pauvre vacher
Fut tué pour tuer.

Nous sommes les trouvères
Nous dirons la vérité.
Vérité morte amère
Des ouvriers de la potasse.
Nous rappelons notre histoire
De douleur sans pitié.
Car plus le temps passe
Moins il faut oublier.
À présent, nous vous demandons
Votre attention.

2. Premier récit

Voici la pampa sans repères
Les lieux arides du silence
Le sol sans miracle et les ateliers vides
Comme au bout du désert.

Et si vous observez la pampa et l'imaginez
Au temps de l'industrie du salpêtre
Vous verrez la femme au foyer
L'ouvrier sans visage et l'enfant triste

Sans doute, la hutte en ruines,
La chandelle qui illuminait sa misère,
Les parois encroûtées de calamine
Et pour lit, des sacs et la terre.

Mais aussi, d'humiliants supplices,
Un piquet où on lie l'ouvrier
Sous le soleil des jours entiers
Qu'importe, si à la fin, il crève.

La faute de l'ouvrier, souventefois,
Était sa fière souffrance.
Rébellion impuissante. Insolence !
La loi du riche patron est la loi.

Voyez ce qu'ils lui baillent
Des bons à valoir ; jamais d'argent
Un pour chaque jour de travail
Pour la nourriture, uniquement.

Et pas question d'acheter ailleurs
On ne pouvait d'aucune manière
Même si c'était moins cher.
C'était interdit par le directeur.

Le pouvoir d'achat de ces bons
Baissait au fil du temps
Le salaire restait constant
Et surtout, jamais d'augmentation.

Voici la pampa sans repères
Les lieux arides du silence
Si vous observez la pampa d'hier
Vous entendrez leurs lamentations, par bribes.

3. Chanson I

Le soleil dans le grand désert
Et le sel qui nous brûla
Et le froid si amer
Dans la nuit et la camanchaca.
La faim de pierre sèche
Et nos gémissements qu'elle écoutait.
Notre vie de mort lente
Et les larmes qui coulaient.

Les maisons expropriées
Et l'ouvrier attendait
Le sommeil, oubli qui jamais ne venait
D'une peine retardée.
Le vent dans la pampa immense
Plus jamais ne cessera.
La dure sécheresse
Pour toujours restera.

Salpêtre, pluie bénie,
Se change en malheur.
La pampa, pain de vie,
Cimetière et terre amère.
Le temps passe, passe
Et une histoire mauvaise suivra,
La dure sécheresse
Pour toujours restera.

4. Récit II

S'était accumulé un dommage immense,
Beaucoup de pauvreté, beaucoup d'injustices;
Ils n'en pouvaient plus et leurs paroles
Durent réclamer l'obole.

À la fin de mille neuf cent sept
À San Lorenzo, la grève était dans l'air
Et au même moment, tous écoutaient
Un cri qui volait dans le désert.

D'un bureau à l'autre, comme des rafales,
On entendait les protestations de l'ouvrier.
Les Messieurs, d'un bureau à l'autre,
Le mépris marqué sur leurs visages blasés.

Que peut leur importer la rébellion
Des dépossédés, des parias ?
Bientôt repentis, ils reviendront
Tête basse. La faim les ramènera.

Que faire alors, si personne n'écoute ?
Le frère interrogeait le frère
Notre revendication est juste et c'est si peu :
Devons-nous laisser toute espérance ?

Ainsi, par la souffrance et l'amitié
Si on unissait les volontés,
En un seul lieu, elles comprendraient
Que descendre au grand port s'imposait.

Chanson II : Allons, femme !

Allons femme,
Partons à la ville.
C'est autre chose,
Il n'y a aucun doute.
Il n'y a aucun doute,
Viens voir, aie confiance,
Car à Iquique
Tous comprennent.

Femme, prends ma couverture,
Elle te protégera
Prends l'enfant dans tes bras
Il ne pleurera pas.
Aie confiance, il ne pleurera pas,
Il sourira
Tu lui feras lalalala
Il s'endormira.

Qu'est-ce qui se passe ?,
Ne te tais plus, dis-moi,
Un long chemin, il faudra
Que tu fasses
Au travers des collines,
Allons femme.
Allons femme, aie confiance,
Il suffit d'arriver à la ville
Nous pourrons voir toute la mer.

Iquique est plus grand peut-être
Que la mine de salpêtre
Qu'il y a beaucoup de jolies maisons
Qui te plairont.
Aie confiance, elles te plairont fort
Confiance comme en Dieu,
Là-bas dans le port
Tout sera mieux.

Qu'est-ce qui se passe ?,
Ne te tais plus, parle,
Allons femme,
Partons à la ville.
C'est autre chose,
Il n'y a aucun doute.
Il n'y a aucun doute,
Viens voir, aie confiance,
Car à Iquique
Tous comprennent.

Récit III

Durant six jours
Du mois de décembre,
Se fit leur long parcours
À travers les collines.
Vingt-six mille ont marché
Ou plus peut-être
Avec leurs silences usés
Par le salpêtre.
Anxieux, ils descendaient,
Ils arrivaient
De la pampa, par milliers
Eux, les relégués
Ils ne venaient pas mendier
Ils venaient réclamer
Réponse à leur demande
Une réponse claire.

Certains à Iquique
Les comprirent
Et à eux, s'unirent
C'étaient les syndiqués
Et se solidarisèrent
Les charpentiers
Les mariniers
Les charretiers
Les peintres et les tailleurs,
Les journaliers,
Les maçons et les carreleurs
Les boulangers
Les plombiers et les livreurs
Les dockers et les aconiers
Juste regroupement
De pauvres gens.

Chez les bourgeois d'Iquique
C'était la panique.
Ils ne se souvenaient pas
D'avoir vu tant d'ouvriers
Le pampino n'est pas
Un homme à qui se fier
Il peut voler, qui sait
Ou assassiner.
Les maisons, entre temps
S'étaient resserrées,
On regardait seulement
Par les fenêtres fermées.
Le Commerce avait fermé
Aussi ses portes,
Il fallait se garder
De tant de bêtes.
Il valait mieux les rassembler
En un seul lieu,
Les laisser déambuler.
C'était dangereux.

Interlude chanté

À nous, se sont unis
Des compagnons d'espérance
Et les autres, les nantis
Nous considèrent avec méfiance.

Nous sommes venus à Iquique
Iquique nous prend pour des bourriques ;
Certains amis sont des soutiens
Mais les autres nous refusent la main.

Récit IV

L'endroit où on les emmenait
Était une école vide
Et l'école s'appelait
Sainte Marie.

Ils y laissèrent les ouvriers
Ils les laissèrent en souriant
Ils leur dirent de patienter
Un jour seulement.

Les hommes eurent confiance
Ils ne manquaient pas de patience
Attendre, ils avaient dû le faire
La vie entière.

Ils attendirent sept jours
Un enfer de sept jours
C'est ainsi quand le sort
Se joue avec la mort.

L’ouvrier est toujours un danger
Il faut s'en préserver.
C'est pour cette raison-là
Que l'état de siège, on déclara.

Un bruit traversa les ombres
Au loin, on entendit un tambour.
Le vingt et unième jour
De décembre.

Chanson III

Je suis ouvrier pampino
Et de tous le plus bancal
Ma voix entame un crescendo
Pressentant quelque chose de fatal.

Ce que je ressens cette fois
Je dois le communiquer
Quelque chose de triste se produira
Quelque chose d'horrible va nous arriver
Le désert ne m'a pas été fidèle
Rien que terre craquelée et sel,
Pierre amère de ma douleur
Roche triste de la chaleur

Je n'entends plus que silence
Et agonies de solitude ;
Seulement ruines d'ingratitude
Et souvenirs d'hébétudes.

Qu'en la vie, il n'y ait rien à craindre
Je l'ai appris avec le temps ;
J'entends une clameur pourtant
Qui me fait trembler maintenant.

C'est la mort qui arrivera
Galopant dans l'obscurité
De la mer, elle viendra
Je suis vieux ; la voilà, je le sais.

Récit V

Silence total
Quand arrive
Un noble militaire
Un Général.
Il saura comment leur dire
De la manière
Dont un seigneur
Traite les serviteurs.
Le Général est arrivé
Dans un grand boucan
Très bien protégé
Par son régiment.
Les mitrailleuses en corolle
Stratégiquement
Autour de l'école.

Du haut d'un balcon,
Il parla d'un ton martial.
Voici la déclaration
Du Général.
« Ça ne peut rien donner
Toutes ces manières
Cessez d'inventer
Tant de misère.
Vous ne comprenez pas les ordres
Vous êtes des ignorants
Vous perturbez l'ordre,
Vous êtes de mauvaises gens
Vous êtes contre le pays,
Vous êtes des traîtres
Vous volez la patrie
Vous êtes des voleurs
Vous abusez des filles
Vous êtes des violeurs
Vous avez tué des miliciens
Vous êtes des assassins
Il vaut mieux partir de ce pas
Sans protester
Que même vous demandez et redemandez
Ce que vous voulez, vous ne l'aurez pas.
Partez, partez
De cet endroit
Si vous n'obéissez pas
Vous le regretterez. »

De l'école, « Le Blond »,
Ouvrier valeureux,
Répondit sans émotion
D'un ton sérieux :
« Señor Général, vous
Ne nous comprenez pas du tout.
Nous poursuivrons nos espérances
Quoi qu'il nous en coûte.
Nous ne sommes pas des animaux
Ni un troupeau.
Nous lèverons fiers
Notre poing en l'air.
Nous donnerons des forces nouvelles
Par notre exemple
Et le futur le saura
Je vous l'assure.
Et si vous menacez
Je suis ici, moi.
Tirez sur cet ouvrier, tirez
En plein cœur. Tout droit. »

Le général l'a écouté,
N'a pas cillé,
De rage et d'un geste altier
Il l'a fusillé.
Le premier tir fut l'ordre
Pour le massacre
Et ainsi commença l'infernale
Fanfare des rafales.

Litanie

Il en mourut trois mille six cents.
Un après l'autre,
Trois mille six cents
Abattus l'un après l'autre.

L'école de Sainte Marie
Connut la mort ouvrière.
Un sang qui de sa vie
Ne connut que la misère.

Trois mille six cents
Assourdis
Trois mille six cents
Amuïs.

L'école de Sainte Marie
Fut la boucherie
D'une vie mourant
En un seul hurlement.

Trois mille six cents regards
Pour toujours hagards
Trois mille six cents ouvriers
Assassinés.

Chanson IV

Un enfant joue dans l'école
Sainte Marie.
Joue à débusquer des trésors
Qu'y trouvera-t-il ? Fors la mort.

Les hommes de la pampa
Qui voulurent protester
Comme des chiens furent tués
Car il fallait que cela soit.

Il ne faut pas être pauvre, ami
C'est dangereux
Il ne faut pas parler, ami
C'est dangereux.

Les femmes de la pampa
Se mirent à pleurer
Ils durent aussi les tuer
Car il fallait que cela soit.

Il ne faut pas être pauvre, amie
C'est dangereux
Il ne faut pas pleurer, amie
C'est dangereux.

Les enfants de la pampa
Ne faisaient que regarder
Ils durent aussi les tuer
Car il fallait que cela soit.

Il ne faut pas être pauvre, petit
C'est dangereux
Il ne faut pas naître, petit
C'est dangereux.

Où sont les assassins
Qui tuèrent pour tuer ?
Nous le jurons sur la terre
Nous les chercherons sans fin.

Nous le jurons sur la vie
Nous les chercherons sans fin
Nous le jurons sur la mort
Nous les chercherons sans fin.

Nous le jurons camarades,
Ce jour viendra.
Nous le jurons camarades,
Ce jour viendra.

Votre attention...

Mesdames et messieurs,
Ici s'achève
L'histoire de l'école
Sainte Marie.
Et à présent,
Nous vous prions respectueusement
D'écouter la chanson
De conclusion

Chanson finale

Vous qui avez écouté
La chanson ici contée
Ne restez pas là à méditer
Pensant que c'est du passé.
Le seul souvenir ne suffit pas
Le chant ne suffit pas
Il ne faut pas seulement se lamenter
Nous devons voir la réalité.

Demain ou après-demain
Ou en un temps plus lointain
L'histoire que voilà
À nouveau se produira.
Le Chili est un pays si grand
Mille choses peuvent se passer
Si nous ne sommes pas dès maintenant
Décidés à lutter.
Nous avons des raisons sûres,
Nous avons de quoi lutter,
Nous avons les mains dures,
Nous avons de quoi gagner.

Unissons-nous comme des frères
Et rien ne nous vaincra.
S'ils veulent nous mettre des fers
Ils n'y arriveront pas
À tous sera la terre
À nous aussi sera la mer
Pour tous, la justice viendra
Tout comme la liberté.
Nous luttons pour les droits
Dont tous doivent bénéficier
Nous luttons pour que ce qui est nôtre
N'aille plus à d'autres.



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