Alfredo Zitarrosa

Chansons contre la Guerre de Alfredo Zitarrosa
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Alfredo ZitarrosaAlfredo Zitarrosa nació en Montevideo, República Oriental del Uruguay, el 10 de marzo de 1936 y murió en la misma ciudad el 17 de enero de 1989. Es reconocido como el más importante creador e intérprete de su país y uno de los más importantes del mundo de habla hispana, descollando en el género emblemático de ambas márgenes del Río de la Plata, la milonga.
Fue, antes y después de transformarse en El Cantor -por el mandato de su voz, extraordinaria, conmovedora e irrepetible-, un intelectual: poeta, actor, locutor y conductor de radio, libretista, periodista, escritor.
Encuentra inspiración y sustento para su obra, tapizada en toda su extensión por sus vivencias personales y con permanentes referencias autobiográficas, en la frecuentación temprana del campo, con sus tiempos y sus usos y costumbres; al punto de afirmar, en más de una ocasión, que era la música campesina la única que le interesaba. Es allí, en el campo, donde tiene su primer contacto con la que sería la compañera inseparable de su inspiración musical: la guitarra, a la que supo transmitirle en sus arreglos, a través de las habilidades de sus compañeros guitarristas –como gustaba llamarlos- ese sonido particular e inconfundible, nacido de su genio y de su innato sentido de la métrica, el ritmo y la melodía: El "sonido Zitarrosa".
Profundamente humano –y humanista- fue un hombre bueno y tierno, ingenuo y solidario, generoso y sensible, contradictorio en sus facetas oscuras. Tras una apariencia circunspecta y severa, fue un tozudo optimista, que le cantó al amor bajo todas sus formas: El amor de pareja, el amor a los desposeídos, a sus semejantes; el amor a la vida, en suma.
Su existencia estuvo marcada por un profundo apego a su tierra, y sufrió como nadie el exilio, en Argentina, España y México, al que fue condenado como tantos otros, por sostener una posición en defensa de la autodeterminación, la libertad y la unión de los pueblos, y expresarlo en su arte y en cada actitud vital durante toda su existencia, trascendiendo su accionar como "extraordinario hacedor de canciones", y cobrando protagonismo en la historia política de su país. Fue defensor acérrimo de sus convicciones, que partían de la base de que toda persona, por el sólo hecho de nacer, tiene derecho a una existencia digna. Asumió un compromiso ineludible con su tiempo, su clase y su pertenencia social, a través de sus ideas, llevadas a la acción política como militante activo y sostenido en el tiempo, con una congruencia que sólo encuentra parangón en muy pocas figuras de raigambre popular.
Cantó como todos quisiéramos cantar, y fue el creador de un estilo definido e inconfundible, lo que lo transformó en el símbolo, no sólo de su país, sino de toda una región, la América Morena, como solía llamarla, y, como consecuencia de ello, logró ser una figura de trascendencia universal.
Recibido con una imponente manifestación popular a su regreso, en 1984; desaparecido prematuramente, a la edad de 52 años; transformado en referente insustituible para sus contemporáneos y las generaciones venideras de músicos y artistas populares; respetado por todas las corrientes de opinión; venerado por quienes lo acompañaron en su labor artística y por los que siguen su legado; su canto, su ejemplo de vida, su actitud militante irrenunciable, perduran en el tiempo y proyectan una luz cada vez más intensa y abarcadora.

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