No había descanso para nuestro dolor:
no solo moríamos a manos de los conquistadores
sino que a nuestras angustias
vinieron a sumarse las enfermedades.
Las pestes como la gripe
y la viruela desconocidas hasta entonces en nuestra tierra,
cayeron sobre nosotros y la muerte no tuvo piedad.
Éramos diez millones de indios
entre los valles y montañas
hombres, mujeres, viejos, niños,
en nuestro reino del Perú.
Nunca supimos de la peste
hasta que el español llegó.
fuimos muriendo lentamente
bajo la fiebre y el dolor.
La maravilla de nuestro reino sucumbió
a la tortura, la esclavitud y la
enfermedad.
Nunca supimos como vivir sin la tradición,
hemos perdido junto a los nuestros la
libertad.
no solo moríamos a manos de los conquistadores
sino que a nuestras angustias
vinieron a sumarse las enfermedades.
Las pestes como la gripe
y la viruela desconocidas hasta entonces en nuestra tierra,
cayeron sobre nosotros y la muerte no tuvo piedad.
Éramos diez millones de indios
entre los valles y montañas
hombres, mujeres, viejos, niños,
en nuestro reino del Perú.
Nunca supimos de la peste
hasta que el español llegó.
fuimos muriendo lentamente
bajo la fiebre y el dolor.
La maravilla de nuestro reino sucumbió
a la tortura, la esclavitud y la
enfermedad.
Nunca supimos como vivir sin la tradición,
hemos perdido junto a los nuestros la
libertad.
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